Me retaste a unos vinitos y yo me rendí, sin resistencia.
Imaginé tardes de domingo de no regresar a casa, me imaginé esquivando al lunes contigo, perdida en alguna conversación interesante y con una copa entre la mano.
Yo te reté primero y ahora crees que no soy más que un juego.
Me acerqué a ti con la osadía de quien no espera nada a cambio, desde la ingenuidad de escogerte sin conocerte.
Quizás no sepas que persigo sueños, bailando.
Cualquier música me lleva a distintos movimientos, a marcar las notas a golpe de cadera, pecho, fluyendo acompañándome de brazos. Infinidad de pasos pendientes de coreografiar.
Entonces tú me hablaste del tango y me hizo pensar en el baile en pareja, en que también puede ser sensual e intenso. Tan sólo una actitud elegante, abrazar con seguridad, adornar con la pierna... Nada sencillo pero arrebatador, al fin y al cabo hace tiempo aprendí a empoderar mi cuerpo.
Quizás no sepas que persigo ideas, historias que escribir, pero mi inspiración llega intermitente y se hunde en mi día a día, siempre agotada.
Sin embargo a veces esas ideas me encuentran a mi, al leer, al escuchar algo.
O sencillamente al sentir, también hace tiempo aprendí a empoderar mis palabras, simplemente escribiéndolas.
Esta vez fueron un par de palabras, formaban una bonita combinación... vinitos y tangos.
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